¿Qué cree la gente acerca de la intimidación y cuál es la realidad?

¿Qué cree la gente acerca de la intimidación y cuál es la realidad?

Sobre la intimidación escolar se piensan muchas cosas; sin embargo algunas son sólo mitos que poco tienen que ver con la realidad:

Mito: “La intimidación no es grave… es cosa de niños”.

Realidad: Muchas personas creen que la intimidación son bromas, que son comunes e inevitables y que nos ha pasado a muchos. En realidad, si no se detiene a tiempo la intimidación trae consecuencias muy graves para todos los involucrados.

Mito: “La intimidación forma el carácter, sirve para que los niños aprendan a ser fuertes”.

Realidad: Algunos piensan que los niños o jóvenes aprenden a “ser fuertes” si crecen en un contexto hostil. La realidad es que, al contrario, la intimidación genera ansiedad, baja autoestima e inseguridad en las víctimas, debilitándolos aún más.

Mito: “Mi hija o hijo es una buena persona… es imposible que esté intimidando a sus compañeros”.

Realidad: Cualquier persona, por amable que sea, puede llegar en algún momento a intimidar a otros o a reforzar la intimidación, por ejemplo, a través de burlas. Es importante tener en cuenta que los intimidadores no necesariamente son personas “malas”. De hecho, muchas veces no son conscientes del daño que están haciendo a sus víctimas.

Mito: “Lo mejor que pueden hacer las víctimas es darle más duro al agresor”. Realidad: Muchos piensan que la única o la mejor opción para las víctimas es responder con más agresión frente a sus intimidadores. Sin embargo, puesto que la intimidación escolar implica un desbalance de poder y la víctima está en una situación vulnerable, las respuestas agresivas generan usualmente un ciclo de violencia donde los intimidadores responderán maltratando a la víctima aún más.

Mito: “Quienes observan no pueden hacer nada… es mejor que no se metan”. Realidad: Los observadores juegan un papel fundamental en la intimidación ya que pueden detenerla de manera asertiva (firme y segura, pero no agresiva) o aumentarla apoyando al intimidador o quedándose de brazos cruzados.

Mito: “La intimidación ocurre sólo en secundaria. son juegos inocentes de niños”.
Realidad: Desde preescolar puede presentarse la intimidación. Los niños pequeños pueden ser muy agresivos y crueles, pero también tienen una gran capacidad para aprender a no maltratar a otros y a defenderse sin agredir.

Mito: “La intimidación escolar es problema del colegio y allá deben encargarse de solucionar este tipo de situaciones”.
Realidad: Si bien es cierto que el colegio debe preocuparse por evitar la intimidación, la familia también juega un papel fundamental en la prevención y el manejo de este tipo de situaciones.

También existen mitos relacionados específicamente con el ciberacoso

Mito: “Al igual que la intimidación escolar, el ciberacoso forma el carácter de las personas”.

Realidad: El ciberacoso tiene consecuencias similares a las de la intimidación. Los estudios muestran de manera consistente que los niños y niñas víctimas de ciberacoso presentan mayores problemas a nivel social, académico y emocional comparado con quienes no han sido víctimas de esta situación.

Mito: “El ciberacoso siempre termina en suicidio”.

Realidad: Si bien, hay casos en los que las personas víctimas de ciberacoso han cometido suicido, los resultados muestran que la mayoría de personas no lo hace. El suicidio en estos casos se da por la presencia de situaciones estresantes adicionales o características de personalidad que contribuyen a aumentar el efecto negativo que tiene el ciberacoso en sí mismo. Sin embargo, es de vital importancia recalcar que es una situación muy grave.

Mito: “Las niñas y niños que participan en situaciones de ciberacoso son malas personas o antisociales”.

Realidad: En realidad los estudios muestran que los niños y niñas que participan en este tipo de situaciones usualmente lo hacen porque piensan que es gracioso, o porque quieren vengarse de otra persona manteniendo el anonimato más no porque sean “antisociales”. Se ha encontrado que el problema en este tipo de acoso es que los participantes no hacen una conexión directa entre lo que hacen electrónicamente y las consecuencias que tiene en la vida real.

Mito: “Para detener el ciberacoso sólo hay que apagar el computador o el teléfono”. Realidad: El ciberacoso puede seguir ocurriendo aunque la víctima no se encuentre en línea. Es importante desarrollar con el colegio y la familia, estrategias para responder a este tipo de acoso (ej. dar el reporte a los sitios web).